«Nunca perdió  la sonrisa»                                                                                                                                          Su hijo Fran

Siempre, en todas y cada una de las fotografías y vídeos que he visto de él, le he visto sonriendo, siempre.

Cuando un 13 de Febrero a las ocho de la mañana se tiró cuesta abajo jugándose el tipo, sorprendió a casi todos ganando la primera medalla de oro olímpica de invierno de un deportista español. Entonces fueron a tocar las campanas de la iglesia de Cercedilla y todo el pueblo salió a la calle a celebrarlo. Según cuenta su íntimo amigo, el poeta Santi Herraiz.

Tuvo dos graves accidentes y una gran enfermedad, que no le hicieron nunca perder la sonrisa, seguir luchando.

En el hospital él era el que iba haciendo bromas y dándole ánimos a todo el mundo.

En sus últimos días, le pidió a Federico, -sí, el famoso peluquero-, su amigo de toda la vida, que le cantara “Soy minero” de Antonio Molina y Federico, sobreponiéndose a todo, a la inminente pérdida de su amigo y al silencio del hospital, se la cantó, y los dos se emocionaron.

Las rutas que hacemos por el entorno urbano de Cercedilla comienzan en la estatua de Paquito Fernandez Ochoa que hay en la plaza del ayuntamiento.

Para nosotros, que queremos a este pueblo tan profundamente como él lo quiso, es un auténtico lujo comenzar las visitas guiadas por esta localidad bajo su amplia sonrisa y sus brazos abiertos. Tal vez incluso, si nos está viendo desde algún sitio, nos ayude a transmitir esa alegría suya que nosotros a su vez intentamos transmitir a la gente enseñándole el pueblo donde el tan felizmente vivió.